Dentro de Toyota Woven City: Innovación, conectividad y las preguntas que nadie hace

Dentro de Toyota Woven City: Innovación, conectividad y las preguntas que nadie hace

¿Prefieres un resumen de este blog? ¡Da click en el botón de abajo y deja que ChatGPT te lo cuente! (también puedes probar con Perplexity)


En la base del monte Fuji —en Susono, Shizuoka—, Toyota está intentando algo que pocos fabricantes de automóviles se han atrevido a imaginar: construir una ciudad entera desde cero. Llamado Woven City ("ciudad tejida"), este ambicioso proyecto no es sólo un desarrollo urbanístico. Es un laboratorio del mundo real donde la tecnología, la movilidad y la sostenibilidad se entretejerán para probar cómo podría vivir la gente en las ciudades del futuro. Anunciado en 2020 e inaugurado oficialmente en 2021, el proyecto ya completó su primera fase de construcción. Se prepara para acoger a sus primeros residentes a finales de 2025. Lo que hace extraordinaria a Woven City es que no se trata exclusivamente de un prototipo sobre el papel. Es un entorno centrado en el ser humano. Está diseñada para servir como un campo de pruebas de las infraestructuras inteligentes más avanzadas.

Toyota está motivado a construir Woven City debido a que se ha transformado en una empresa de movilidad. En lugar de limitarse a fabricar automóviles, Toyota imagina un mundo en el que la movilidad se extienda al desplazamiento de personas, mercancías, información e incluso energía. Woven City está diseñada para dar vida a esta filosofía permitiendo a los innovadores probar nuevas tecnologías en un entorno real mientras los residentes, llamados Weavers ("tejedores"), proporcionan información sobre cómo esas innovaciones afectan a la vida cotidiana. Junto con socios corporativos, investigadores académicos y compañías emergentes, este entorno de colaboración acelerará el desarrollo de tecnologías que podrían remodelar el funcionamiento de las ciudades.

La construcción de Woven City refleja tanto la precisión de la ingeniería como una audaz filosofía de diseño urbano. El plan maestro, desarrollado por el arquitecto danés Bjarke Ingels, prevé calles e infraestructuras entretejidas en un entramado eficiente. A diferencia de las ciudades tradicionales, que evolucionaron a lo largo de los siglos, Woven City se construye desde cero con tres capas distintas de movilidad: vías peatonales exclusivas, calles de uso mixto para bicicletas y dispositivos de movilidad personal, y rutas específicas para vehículos totalmente autónomos. Para mantener la ciudad despejada y segura, una red logística subterránea se encargará de las entregas, la recolección de basura y la distribución de energía. Esta red de movilidad en capas es fundamental para el experimento. Lo anterior se debe a que permite a Toyota observar cómo los vehículos autónomos y las nuevas formas de transporte personal coexisten con la actividad humana.

En el fondo, Woven City también es un experimento de sostenibilidad. Toda la ciudad está diseñada para funcionar con celdas de combustible de hidrógeno y energía solar. A diferencia de las ciudades inteligentes que dependen de baterías, las celdas de combustible de hidrógeno ofrecen una solución más limpia y potencialmente más escalable para la generación de energía distribuida. No obstante, su viabilidad económica a largo plazo sigue siendo objeto de debate. Los edificios —muchos de los cuales se construyen mediante métodos de fabricación robotizados con madera sostenible— están equipados con paneles solares e integrados con sensores inteligentes para monitorear la calidad del aire, el uso de la energía e incluso la salud individual. En 2024, Woven City obtuvo la primera certificación LEED para comunidades platino de Japón. Esto resalta su estatus como punto de referencia de la planificación urbana respetuosa con el medio ambiente.

La tecnología no se limita a las infraestructuras. Se extiende a todos los aspectos de la vida cotidiana de los futuros residentes. Las casas inteligentes de Woven City están dotadas de IA y dispositivos conectados que se adaptan a las necesidades de las personas. Esto puede ser ajustando los controles de climatización, monitoreando el bienestar o automatizando las tareas domésticas. La integración ecológica en la arquitectura garantiza que incluso los espacios altamente conectados sigan estando centrados en el ser humano y sean biofílicos.

En cuanto a la movilidad, los residentes interactuarán con flotas de autobuses autónomos y robots de reparto que se integrarán de manera eficiente en la red de transporte multicapa. El objetivo no es sólo hacer que el transporte sea más seguro y eficiente, sino también probar si las ciudades pueden funcionar sin depender de los automóviles privados tradicionales.

Otra piedra angular de Woven City es el gemelo digital: una réplica virtual de la ciudad en la que cada edificio, calle y sistema energético se refleja en tiempo real. Esta tecnología permite a los investigadores simular resultados, probar nuevos servicios y optimizar los sistemas antes de desplegarlos físicamente. Ofrece un enorme potencial, pero también genera dudas sobre quién controla en última instancia la evolución de una ciudad.

Si las decisiones sobre cómo evoluciona una ciudad se guían cada vez más por algoritmos y simulaciones, ¿dónde encaja la imprevisibilidad humana? Las ciudades siempre han prosperado gracias a su crecimiento orgánico, a menudo caótico. Eso es algo que un gemelo digital podría minimizar hasta eliminarlo por completo.

Sin embargo, la experiencia humana sigue siendo central en el experimento de Toyota. En el momento de su lanzamiento, se espera que se instalen unos 100 empleados y sus familias hasta llegar gradualmente a unos 2000 residentes. Estos últimos no son ocupantes pasivos, sino participantes activos que pondrán a prueba desde máquinas expendedoras de nueva generación hasta ambientes interiores libres de polen. A través de una red de espacios compartidos, los residentes interactuarán directamente con los inventores. Esto les proporcionará una retroalimentación continua que ayude a perfeccionar las innovaciones.

Sin embargo, esto se asemeja a un prototipo perpetuo: la vida cotidiana de las personas se convierte en puntos de datos y sus rutinas, en casos de prueba. Lo anterior plantea la cuestión de hasta qué punto esto resultará realmente natural o cómodo.

Más allá del ámbito inmediato de la movilidad y la vida inteligente, Toyota también está utilizando Woven City como trampolín hacia fronteras más extensas. Su inversión en Interstellar Technologies, una startup espacial japonesa, apunta a ambiciones que extienden la movilidad más allá de la propia Tierra. En este sentido, Woven City no sólo trata de construir mejores sistemas urbanos. También busca repensar la propia naturaleza de la movilidad en un futuro en el que los límites terrestres y extraterrestres se difuminan.

Woven City ofrece una visión de lo que podrían llegar a ser las ciudades: lugares más limpios, seguros y eficientes en los que la movilidad sea fluida y la sostenibilidad esté integrada en la vida cotidiana. Si tiene éxito, podría servir de plantilla para todo el mundo. Demostraría cómo pueden coexistir la tecnología y el diseño centrado en el ser humano.

No obstante, bajo esta promesa futurista subyace un trasfondo de incertidumbre. En el fondo, Woven City es un experimento controlado por las organizaciones en el que los residentes son tanto ciudadanos como sujetos de prueba. Su vida cotidiana generará datos y sus experiencias retroalimentarán las tecnologías que Toyota y sus socios pretenden comercializar. La visión es ambiciosa, pero genera preguntas difíciles. ¿Una ciudad diseñada por una sola corporación podría reflejar realmente las diversas necesidades de las sociedades humanas? ¿Los residentes se sentirán empoderados o vivirán dentro de un prototipo perpetuo en el que la comodidad se obtiene a costa de la autonomía?

En este sentido, Woven City es menos un anteproyecto y más un audaz ensayo. Representa tanto las posibilidades como los riesgos de dejar que la tecnología dicte nuestra forma de vivir. Para la humanidad, puede allanar el camino hacia ciudades más inteligentes y ecológicas. También nos recuerda que el progreso debe moderarse con cautela. El futuro que Toyota está tejiendo puede ser transformador. ¿Pero realmente queremos habitar en él?